En los últimos tiempos están apareciendo libros que nos hacen replantearnos, en serio, la permisividad con la que educamos a nuestros hijos. Uno de los más polémicos ha sido el de la norteamericana de origen chino Amy Chua: Madre tigre, hijos leones.
El libro comienza diciendo: “El Tigre, símbolo vivo de fuerza y poder, en general inspira miedo y respeto”. Si veis el título y este inicio, son ya toda una declaración de intenciones de lo que va a ser el libro.
El libro va haciendo una comparación entre padres occidentales y padres chinos. Algunas de las cosas que dice es que a pesar de nuestros escrúpulos en relación a los estereotipos culturales, hay toneladas de estudios que muestran las diferencias considerables y cuantificables entre chinos y occidentales en lo que se refiere a la educación de sus hijos.
Explica como en un estudio hecho con 50 madres americanas occidentales y 48 madres inmigrantes chinas, casi el 70% de las occidentales decían que “enfatizar el éxito académico no era bueno para los hijos”. O que “los padres necesitan alimentar la idea de que aprender es divertido”. Ninguna madre china tenía esta visión. La mayoría de ellas decía que “el éxito académico refleja el éxito de la educación recibida en casa” o que “si los hijos no destacan en la escuela es porque hay algún problema en casa y los padres no estaban haciendo lo que debían”.
Otra cosa interesante que dice es que mientras la madre occidental típica, se pasa el día llevando a los hijos para que cumplan con una agenda abarrotada de actividades deportivas, las madres chinas creen que:
1. Los deberes escolares son siempre prioritarios
2. Un notable alto es una mala nota
3. En matemáticas, sus hijos deben estar dos niveles por encima de sus compañeros.
4. Los hijos nunca deben ser elogiados en público.
5. Si sus hijos están en desacuerdo con algún profesor o entrenador, siempre se debe tomar partido por el profesor o entrenador.
6. Las únicas actividades en las que sus hijos tienen permiso para participar, son aquellas en las que pueden ganar medalla
7. Esa medalla tiene que ser de oro.
Como veréis, para nuestra mentalidad, totalmente permisiva, esto es la bomba. Pero no descartemos poner algunas cosas en práctica. De todas maneras, no es necesario irnos al otro extremo, podemos encontrar un término medio.
El próximo día escribiré sobre como imponer límites en nuestros hijos, teniendo en cuenta otros autores, que también están preocupados por la permisividad en la educación.
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